"No hay genio sin un gramo de locura." Aristóteles
Anatoly Karpov y Viktor Korchnoi
"En 1978 se jugó el XXVIII Campeonato del mundo entre Karpov y Korchnoi. Despues de una lucha en la que se cuenta que se tuvo que poner un tablón separador debajo de la mesa porque Korchnoi y Karpov se daban patadas, que Korchnoi se quejaba de que a Karpov le pasaban mensajes "codificados" en los yogures que comía durante la partida, y otras historias parecidas, Karpov ganó."
"El match de 1978 entre Karpov y Korchnoi disputado en Baguio (Filipinas) estuvo plagado de incidentes que formaban parte de la guerra psicológica que ambos bandos utilizaron. La presencia de gurús, parapsicólogos y demás, ha quedado ya como anécdota."
"Karpov defendió su título de forma exitosa ante Korchnoi en 1978 y 1981 en Filipinas e Italia respectivamente. Ambos encuentros estuvieron cuajados de situaciones polémicas; presión sobre la esposa de Korchnoi retenida en Rusia, los famosos parapsicólogos contratados por Karpov, espionaje de la KGB, etc."
Aron Nimzowitsch
Recibió el consejo de su médico en el sentido de que hiciera más ejercicio. A partir de entonces, hizo caso de la recomendación y empezó por practicar diversos movimientos gimnásticos durante el torneo en que participaba. Cuando no le tocaba mover sus piezas, se iba a un rincón de la sala y la emprendía con sus genuflexiones o algo parecido. Varias veces, dejó estupefactos a los espectadores, al ponerse boca abajo.
Akiba Rubinstein
Tuvo la idea paranoide de que alguien le perseguía. Si un desconocido entraba en su habitación, salía corriendo o incluso se arrojaba por una ventana
Carlos Torre
Nunca dormía más de dos horas por noche, según confesión propia.
Le encantaban los helados de piña y se comía de diez a quince diarios.
En 1911 en Nueva York, cuando iba en autobús por la Quinta Avenida, se quitó toda la ropa que llevaba puesta.
Wilhelm Steinitz
En 1897, empezó a albergar la ilusión de que podía hablar por teléfono sin hilo ni auricular y su secretario le sorprendía a menudo esperando respuesta a través del invisible audífono. También solía acercarse a la ventana, donde hablaba y cantaba, quedándose después a la espera de una contestación. El secretario informó de ello al cónsul norteamericano, quien sugirió que se recluyese a Steinitz en un sanatorio.
En 1900, pensaba que podía emitir corrientes eléctricas, con la ayuda de las cuales le sería factible mover las piezas a voluntad.
Aseguraba estar en comunicación eléctrica con Dios y que podía darle de ventaja un peón y las blancas.
José Raúl Capablanca
Se justificaban muchas de sus derrotas ajedrecistícas, con la excusa de que había estado absorbido por una mujer. Cuando perdió ante Tarrasch, en San Petersburgo, el año 1914, se dió por supuesto que había pasado directamente al tablero desde la cama de la señora del gran duque.
La culpa de que perdiera con Alekhine, en 1927, había que buscarla en el hecho de que andaba divirtiéndose con demasiadas bailarinas
Alexander Alekhine
En 1935, se organizó en Varsovia un torneo internacional por equipos. Alekhine jugaba como primer tablero por Francia, ya que se había nacionalizado francés. Sin embargo, durante el viaje llegó a la frontera polaca sin pasaporte. Cuando los funcionarios le pidieron la documentación, Alekhine replicó: "Soy Alekhine, campeón mundial de ajedrez. Tengo un gato llamado 'Ajedrez'. No necesito documentación." La cuestión tuvo que ser arreglada por las más altas autoridades.
Una vez, se presentó a dar una exhibición tan borracho que empezó a orinarse en el piso y la exhibición tuvo que interrumpirse.
Poco antes de una partida, en el curso del match de 1935 contra Euwe, le encontraron tendido en un campo, completamente borracho. Cuentan que en esos días, Alekhine le daba a la bebida como un poseso y...
En la partida número 22 de dicho match, en lo que parecía una insólita lucha antialcohólica, Alekhine llevó a la mesa de juego una buena botella de zumo de piña y un par de vasos. Euwe y él, en un mano a mano memorable, acabaron con el zumo rápidamente.
En alguna ocasión, Alekhine se rindió arrojando furioso su rey a través de la sala de juego.
Alekhine tenía una esposa mucho mayor que él y notoriamente robusta, de la que varios colegas bromeaban diciendo que debería tener por lo menos el doble de su edad y el triple de su circunferencia; otros llevaban la broma más lejos y decían que ella era "la viuda de Philidor".
Alekhine y su famoso gato llamado "chess"
Una de las extravagancias que mas dieron que hablar en el match Alekhine-Euwe de 1935, era la inaudita costumbre del primero de llevarse consigo a la sala de juego a sus dos gatos, "Lobeidah" y "Chess". Veamos lo que opinaba Euwe al respecto:
En la segunda parte del match, antes de cada partida, dejaba los gatos en el tablero, que se dedicaban a oler las piezas. A veces, incluso los echaba durante el juego. Pero no creo que Alekhine hiciera eso intencionadamente con ánimo de molestarme. Para él era una forma de distraerse, o quizá de darle confianza. En una ocasión apareció con un suéter que tenía un gato por motivo...".
Paul Charles Morphy
Tenía la paranoia de que diversas personas, en particular su cuñado, intentaban envenenarle, y durante una temporada se negó a tomar alimentos, salvo cuando procedían de las manos de su madre o de su hermana.
Otro de sus falsos temores era el de que su hermano político y un amigo íntimo, Binder, conspiraban para destrozarle sus ropas, de la que Morphy se vanagloriaba, y asesinarle. En una ocasión se presentó en el despacho de Binder y le atacó.
Durante cierto período le dominó la manía de recorrer, de un extremo a otro, la azotea de su vivienda, declamando las siguientes palabras: "Il plantera la bannière de Castille sur les murs de Madrid au crie de Ville gagnèe, et le petit Roi s´en ira tout penaud."
Morphy tenía la excéntrica costumbre de colocar en semicírculo zapatos de mujer. Cuando le preguntaron por qué disfrutaba situándolos así, repuso: "Me gusta mirarlos"
En 1862 Morphy dio una exhibición de 8 simultáneas a la ciega en La Habana mientras bailaba valses y rigodón.
Cuando aconteció el relato de este suceso Paul Morphy ni era maestro ni había derrotado aún al campeón del mundo Anderssen, aunque sí era conocido como un auténtico genio. Tenía a la sazón dieciseis años y cursaba estudios de bachillerato, que un año después concluiría en el Colegio Jesuíta San José, del Estado de Alabama. Corría la primavera de 1855 cuando en una de sus correrías estudiantiles vio a cierta agraciada jovencita, hija de un hortelano que cuidaba de sus propias tierras, vecinas a la que vivían los tíos de Paul. Obvio es decir que verla y enamorarse fue todo uno. ¡El flechazo propio de las épocas románticas que cantaron Heine y Bécquer!
Pero Paul había llegado tarde. Un rival imponente se oponía a sus proyectos amorosos. Se trataba de su propio primo Ernest, dos años mayor que él e hijo de su citados tíos vecinos de la damita, de quien estaba prendado. Esto era suficiente motivo para que surgieran las consabidas pláticas de familia, que Paul esquivó desafiando a Ernest a un match de ajedrez a seis partidas, cuyas condiciones eran:
1º- Las partidas se jugarían con la apertura forzada del Gambito Evans, de moda en aquel entonces.
2º- Paul daba ventaja de tiempo, disponiendo tan sólo de un minuto de reflexión para cada jugada, mientras que Ernest, podía pensar cuanto quisiera; de este modo se equilibrarían las fuerzas.
3º- El vencedor tendría derecho en usufructo a los presuntos favores de la linda muchacha, sin que el vencido pudiera oponerse a su rival con una competencia ilícita.
Acordadas pues, estas condiciones, se jugaron el amor del deseado tesoro en el campo del honor del ajedrez. La victoria correspondió a Paul, quien derrotó cuatro veces a su adversario primo, perdiendo solamente una partida y haciendo otra tablas.
Pero esta victoria no se completó en el terreno de Eros, pues al comunicar Paul a la dama sus pretensiones, gracias al triunfo logrado, obtuvo de respuesta unas calabazas del tamaño de una catedral. Y cuenta la tradición que no paró todo en eso, sino que el futuro suegro que casualmente presenciaba la escena desde oculto lugar, propinó al galán una serie de coscorrones, a guisa de jaque perpetuo, que a no salir en desesperada fuga, se malogra allí para siempre aquel genio del ajedrez mundial"
Mihail Botvinnik
En un pequeño fragmento de su magnífico libro "Mis Geniales Predecesores, Volumen 2" (esta serie de libros del "Ogro de Bakú" es fascinante, por lo que desde aquí os recomiendo su lectura. R.G.), Kasparov hace esta sorprendente revelación sobre una entrevista que mantuvo con Botvinnik en 1973 a fin de solicitar su ingreso en la famosa escuela de ajedrecistas del excampeón mundial:
Mihail Moiseevich planteó sus preguntas favoritas, como "¿analizas tus propias partidas?", y "¿practicas algún deporte?". También recuerdo cómo me asusté cuando vi que, de repente, ¡hizo el pino sobre una silla! * Este concreto ejemplo demuestra de lo que una persona es capaz, incluso a los 62 años (aunque, en realidad, seguía pudiendo hacerlo a los 77).
(Garri Kasparov)
* Hacer el pino:Ejercicio gimnástico que consiste en poner el cuerpo verticalmente con los pies hacia arriba, apoyando las manos en el suelo. (En el caso de Botvinnik, más complicado todavía; ¡en una silla!) R.G.
Mihail Tahl
Tal vez su anécdota más famosa es la partida en la que estuvo pensando durante una hora como sacar un hipopótamo de un pantano:
La famosa anécdota del hipopótamo de Tahl
De una entrevista que le hicieron:
Damski: Durante una partida, ¿Te vienen a la mente ideas que no tengan nada que ver con el ajedrez?
Tahl: ¡Continuamente! Nunca olvidaré, por citar un ejemplo, mi encuentro con el maestro Eugenio Vasiukov (Kiev, 1964), durante uno de los campeonatos de la URSS. La posición en el tablero era muy compleja, y yo pensaba sacrificar un caballo. No era una variante muy clara, puesto que existían muchas posibilidades. Comencé a calcular y me horrorizó la idea de que el sacrificio fuera falso. Las ideas se me amontonan en la cabeza: una respuesta del enemigo correcta en determinada situación la traspasaba a otra variante y allí, naturalmente, ese movimiento era inoportuno por completo. Lo concreto es que en mi cabeza se formó un montón caótico de movimientos, a veces incluso sin ninguna relación entre sí, y el "árbol del análisis", tan recomendado por los entrenadores, comenzó a crecer de manera monstruosa.
No sé por qué, pero en ese momento recordé la célebre poesía infantil de Chukovski:
¡Oh, qué dificil es el trabajo
De sacar a un hipopótamo del pantano!
No podría explicar en base a qué asociación este hipopótamo se metió en el tablero, pero la verdad es que, mientras los espectadores creían que estaba analizando la posición, yo pensaba en cómo demonios podría sacarse a un hipopótamo del pantano.
Recuerdo que en mi cabeza se amontonaban cabrestantes, palancas, helicópteros e incluso, una escalera de cuerda. Después de numerosos intentos no encontré ningún método aceptable de sacarle del pantano, y pensé con amargura: "¡Pues que se ahogue!".
"Tahl se perdió las cuatro primeras rondas de la Olimpiada de la Habana de 1966 por culpa de un terrible "golpe táctico": un botellazo en la cabeza que le dieron en un night club, al que Korchnoi y él (¡para desgracia de ambos!) habían acudido, vulnerando el régimen competitivo, en una furtiva escapada de la concentración del equipo soviético. Posteriormente, jugó con la cabeza vendada, pero la cicatriz en su frente permaneció con él toda su vida."Sólo con la constitución férrea de Tahl fue posible soportar un golpe así", bromeaba Petrosian. (G.Kasparov "MGP. V2"
"En 1969, tras un empeoramiento de su dolencia renal, Tahl sufrió intensos cólicos durante muchos meses, y los médicos tuvieron que inyectarle morfina. Pero pese a todas las penas de su vida, Mihail Nejemevich no perdió su sentido del humor. Cuando un amigo le preguntó: "¿Es cierto que te has convertido en morfinómano?", al instante le replicó: "¡En absoluto! ¡Soy un chigorinómano".(...) En realidad, Tahl admiraba a Morphy y a Chigorin." (G.Kasparov)
A pesar de los problemas de salud que arrastraba desde su juventud, a finales de los años 80 Tahl seguía fumando mucho y no se privaba tampoco de beber alcohol. Esto último dió lugar a una divertida anécdota que se produjo en el torneo de Reykjavik de 1988 y que nos cuenta Genna Sosonko:
"Misha, quien por entonces no resistía la bebida, sencillamente se durmió al final del banquete de Reykjavik. Esto le había sucedido muy a menudo, sobre todo en los últimos años. Korchnoi y Spassky, que también jugaban allí, habían estrechado relaciones por entonces. Se miraron uno al otro: "¿Lo llevamos?, preguntó uno de ellos. "De acuerdo", contestó el otro. La distancia era considerable, pero los oponentes de su juventud cumplieron admirablemente su tarea, y el atónito portero del hotel fue informado de que aquel jugador de ajedrez había tenido que pensar tan profundamente que estaba exhausto
Bobby Fischer
"Existen los jugadores duros y los buenos muchachos, yo soy un jugador duro" (Fischer)
De un artículo publicado en "el Periódico" el 2 de septiembre de 1992, poco antes del inicio de su match-revancha con Spassky:
Escoltado por 200 guardaespaldas, sus exigencias están a punto de volver locos a los promotores, según las últimas informaciones recogidas por el diario estadounidense "USA Today". Los preparativos todavía no han finalizado porque Fischer ha rechazado seis mesas, con tablero incorporado, construidas expresamente para el acontecimiento. El ex-campeón mundial también ha encargado 14 camisas a medida iguales a las que utilizó en Reykiavik, pidió dar su visto bueno a cada uno de los platos del menú del lujoso hotel en que se aloja y exigió que todos los retretes fueran elevados tres centímetros, para su mayor comodidad
Soy un especialista. Juego al ajedrez. Eso es una cosa seria. Otra cosa no la sé, pero todo cuanto sé, lo domino a fondo. (...)
Lo que necesito es mucho descanso y una buena iluminación. En especial, no soporto ningún ruido, pues me distraen en mi trabajo profesional de calcular y combinar. (...)
Soy meramente un hombre, pero un hombre extraordinario. Mi mundo es el tablero blanco y negro del ajedrez. En mis jugadas hay que ver movimiento y al mismo tiempo arte; quien no consigue verlo me da lástima."
Durante el Campeonato del Mundo de Reykjavik (Islandia) en 1972 entre Fischer y Spassky, la delegación rusa achacó el mal juego de Spassky a algún tipo de efluvio o corriente que emanaba de la silla de Fischer, hasta el punto de presentar una reclamación al respecto. La silla fue efectivamente puesta en cuarentena y sometida a vigilancia policial durante 24 horas mientras fue analizada mediante rayos X y diversos tests químicos."
Vassily Ivanchuk
"Ivanchuk es un extraordinario jugador que une a su profunda concepción estratégica una visión táctica maravillosa, pero su peor enemigo es él mismo. Ya lo dijo en su día Kárpov: «Será campeón del mundo si sus nervios se lo permiten». Incapaz de controlar sus nervios en los momentos de tensión ha protagonizado un sin número de divertidas anécdotas. En una ocasión comenzó a golpearse violentamente la cabeza contra una pared tras haber cometido un error. En Linares, mientras paseaba por el escenario, se acercó a la mesa del árbitro y pulsó el timbre con el que daban comienzo las partidas, dando un susto a todos los presentes. En Sevilla, mientras paseaba, llegó a desmayarse porque un perro le ladró tras unas rejas. En la ceremonia de clausura de Linares 1989 se puso a cantar a voz en grito. Las anécdotas no tienen fin, pero su carácter amable y el que todos saben que no lo hace a mala fe, le ha librado de más de una sanción"
Ruy López de Segura
"Hallábanse jugando al ajedrez en un salón del Palacio del Escorial, el Rey Felipe II y su capellán Ruy López; el primero, sentado en un amplio sillón, y el capellán arrodillado delante de él, sobre unos cojinetes. Los cortesanos permanecían silenciosos en un extremo del salón. Felipe II estaba inquieto y de vez en cuando volvía la cabeza para mirar hacia la puerta de entrada. Abrióse ésta al fin y apareció el verdugo. -¿Y bien -le preguntó el monarca-, está todo listo para la ejecución? -Señor, el reo se resiste. -¿Cómo ese eso? -Porque si en calidad de noble desea que se le corte la cabeza, como magnate pide ser bendecido por un obispo. -Concedido; hágase como él desea, pero que todo esté terminado para las tres. -Señor, en la corte no hay ningún obispo; ayer murió el de Zamora y anteayer se ausentó el de Palencia. El rey quedó un momento pensativo y de pronto, dirigiéndose a Ruy López le dijo: -Levántate, Obispo de Zamora, y vete a asistir al reo. Ruy López, con todo el dolor de su corazón, se alzó y se dirigió a la cárcel para reconciliar al sentenciado, que no era otro que su amigo íntimo, el Duque de Medina Sidonia, ex-favorito de Felipe II.
Pronto estuvo hecha la reconciliación, quedando confesor y reo en amigable conversación. Y como aun faltaba mucho para hora de la ejecución, el duque, poniendo a prueba su temple de caballero, propuso a Ruy López matar el tiempo jugando una partida de ajedrez, proposición que fue aceptada, mandándose al momento por el juego. Empezada la partida, los guardias, el alcalde y hasta el verdugo, se interesaron por el desarrollo del juego, pues la fama de Ruy López había trascendido a todas las esferas, y todos deseaban ver las hábiles jugadas del Campeón del Mundo, así como las de su rival, considerado como uno de los mejores ajedrecistas de la época. Se formó así lo que ahora se llama "la barra", e interesándose en la partida, pues todos conocían más o menos el juego, transcurrieron los contados minutos que de vida le quedaban al valeroso Duque.
Al llegarla hora fatal, la partida se hallaba en un momento culminante, y el Duque de Medina Sidonia, abstraído en la magnética atracción de la lucha, deseaba terminar la partida, pues había entrevisto una variante ganadora. El jefe de la guardia y el ejecutor, entretanto, intentaron hacer cesar el juego a fin de emprender de inmediato el camino hacia el lugar del suplicio; pero el Duque quería terminar la partida, y como el verdugo insistiese en su empeño e intentase hacer uso de la fuerza, el Duque arrebató el hacha de manos del ejecutor y con gran valor y arrogancia exclamó: "Al que intente acercáseme le parto la cabeza". No hubo, pues, más remedio que la lucha prosiguiese. La victoria correspondió al Duque y una alegría incontenible lo substrajo por unos momentos a la dura realidad. Ruy López sonreía dolorosamente y más de uno de los forzados espectadores supuso que Ruy López había proporcionado generosamente ese instante de regocijo a su noble adversario, conocedor de su vanidad de ajedrecista, que moriría con la fama de una victoria sobre el Campeón del Mundo.
Terminada la partida, el Duque, con paso firme, erguido, se dirigió al lugar del suplicio, no sin dirigir algunas bromas a Ruy López, como si con ellas deseara exteriorizar su temple de valiente caballero. Creyendo Felipe II, al tocar las tres, que todo estaba concluido, dijo al Conde... que había reemplazado al Duque de Medina Sidonia en los favores del Rey: "dadme el decreto referente al crimen y al castigo del ya difunto Duque". El Conde metió la mano en la escarcela, pero con tan mala suerte que, equivocando la bolsa, sacó y entregó al rey, en lugar del decreto real que éste le pedía, el plan de la conspiración con la lista de los conjurados, en la que él figuraba en primer término, apareciendo el Duque de Medina Sidonia como acusado falsamente por quien pretendió suplantarlo en los favores del monarca e injustamente sindicado como jefe de aquella conspiración.
El Rey, descubierta la verdad, mandó al momento a arrestar al Conde, y aunque dudando de llegar a tiempo, ordenó suspender la ejecución. Por fortuna, ésta se había retrasado por las circunstancias antes mencionadas, y aquella orden alcanzó a la comitiva en el camino al suplicio, resultando así que una partida de ajedrez salvó a un inocente de una pena tan atroz como inmerecida."
Steinitz, Blackburne y Zukertort
Antes de que se iniciaran los campeonatos oficiales del mundo, ocurrió un curioso incidente en una ceremonia presenciada por muchos maestros de ajedrez de la época: un miembro de la realeza (que poco entendía de ajedrez) alabó las virtudes del juego y propuso un brindis por "el mejor jugador del mundo"; pero para sorpresa de todos, súbitamente tres ajedrecistas se pusieron en pie: Steinitz, Blackburne y Zukertort.
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