"Un momento muy singular en la historia del ajedrez, cuando dos jugadores estábamos tan por encima de los demás..."
Gary Kasparov
Ambos son considerados dos de los más grandes jugadores de todos los tiempos, pero también dos de las personalidades más antagónicas que han chocado jamás en un tablero.
Se dice que Karpov es frío al jugar, analítico, preciso y que gusta de destruir, poco a poco, las defensas de su enemigo (“toda una boa constrictora”, dijo uno de sus oponentes alguna ocasión); mientras que Kasparov echa mano de técnicas incendiarias, agresivas y confía con más frecuencia en la intuición que en el cálculo sereno.
Ya en 1975, cuando Karpov tenía apenas 23, había un niño de 11 que comenzó a llamar la atención por su manera de jugar. Se trataba de Kasparov, un pequeño en el que se depositaron tantas expectativas, que en el periódico inglés The Guardian, Leonard Barden escribió que la única persona capaz de hacerle frente a Bobby Fischer, en un futuro próximo, era Karpov, y la única persona capaz de opacar a Karpov era el pequeño Kasparov, “claro, sólo hay que dejarlo madurar un poco”.
Este encuentro, que los especialistas ya esperaban a mediados de los años 70, se dio finalmente en 1984, cuando ambos contendieron por el Campeonato Mundial.
Las expectativas fueron tantas que muchos auguraban que la experiencia de Karpov se iba a imponer, mientras que otros, decían que los bríos de Kasparov eran la clave del triunfo.
Los filósofos dedicados a la lógica suelen plantear la siguiente paradoja, “¿qué pasaría si una fuerza irresistible choca contra una fuerza inamovible?”. En aquel año, antes del primer encuentro entre el sólido Karpov y el vertiginoso Kasparov, miles de entusiastas del ajedrez se preguntaron exactamente lo mismo, y el resultado sorprendió a todos.
De 1984 a 1990, estos dos hombres disputaron 144 partidos, y aunque a la larga Kasparov se quedaría con el título de campeón del mundo, quienes saben de este juego tuvieron que conceder que ninguno pudo demostrar superioridad sobre el otro, “y los números son elocuentes; en ese lapso Kasparov apenas ganó 21 juegos y Karpov 19, mientras que empataron en 104 ocasiones. Básicamente se trató de dos fuerzas colosales que se anularon mutuamente”.
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