Wilhelm Steinitz
El primer consejo consiste en que el estudiante debe esforzarse por medio de sus fuerzas con ajedrecistas lo más fuertes posibles. Debo dirigir la atención encarecidamente al hecho de que la regularidad en el estudio y la práctica facilita de forma decisiva la obtención de rápidos éxitos. Quien haga una u otra cosa, progresará en poco tiempo. Es bastante mejor que un ajedrecista consagre al estudio seis veces seguidas a la semana una hora diaria, que seis horas una sola vez. Un buen método para desarrollar su fuerza de juego, su comprensión y su memoria, es la costumbre de reproducir algunas partidas mentalmente, y aún mejor es examinar partidas magistrales, de las que se publican con buenos comentarios en libros y revistas. “the modern chess instructor”.
Siegbert Tarrasch
Yo sólo sé que mis derrotas no se explican por falta de fuerza, sino por la incapacidad para aprovecharla. De mis fracasos tienen la culpa la subestimación del adversario y la sobreestimación de mis propias posibilidades. Yo admitía que para el triunfo era suficiente sentarse ante el tablero y mover las piezas; el adversario perdería sólo a causa de las sensaciones que el Dr. Tarrasch le transmitiría. Mientras yo colocaba a la ligera las piezas y no profundizaba en el juego, estaba satisfecho con la creencia de la causa correcta (por cierto la mía) al fin y al cabo retendría la supremacía… por ello sufrí el correcto castigo, que no obstante fue muy útil. Finalmente comprendí que esto no era suficiente, para ser un buen ajedrecista, también había que jugar bien.
No debo subrayar especialmente, que yo nunca jugué (como se suele decir) “a tablas”, excepto naturalmente en aquellas situaciones que me eran desfavorables y en las que el mejor juego por mi parte me ofrecía como máximo un empate. Las nociones jugar “a ganar” o “a tablas” las tengo por falsas. Yo considero cada posición como una tarea en la que el reto seria encontrar la mejor jugada, y me esfuerzo por resolverla. Si veo la jugada más fuerte, que contiene posibilidades de victorias, entonces sencillamente la excluyo de mi propio pensamiento, para elegir otra, que solo lleva a tablas. La triste tala de piezas, que contribuye a unas rápidas tablas, me repugna y me divierte. “300 Schachpartien”.
Enmauel Lasker
Puede equivocarse, pero no vale la pena engañarse a sí mismo. Quien en la vida sostiene su opinión con valentía, naturalmente también puede perder. Pero si se esfuerza por comprender la causa de su beneficio. Paulatinamente, llegará a ser un maestro, un pensador, un artista.
A quien le falta audacia para la realización de sus ideas, pierde la capacidad de lucha y está cercano a la derrota.
El estudio del ajedrez debe ser una educación de la facultad de pensar por sí mismo. Los conocimientos ajedrecísticos no deben ser exclusivamente cuestión de memoria, la memorización de variantes no es tan importante… la memoria es una herramienta costosa, y está cargada de dificultades. De mis 68 años he empleado al menos 40 en olvidar lo aprendido o leído, y al conseguirlo he conservado fresco mi intelecto.
Por lo tanto, no hay que procurar conservar conclusiones en la memoria, sino métodos. Un método es elástico, se puede aplicar en diversas situaciones de la vida. Y quien adquiere la facultad de pensar en el ajedrez por sí mismo, debe evitar todo aquello que está muerto: las teorías sintéticas, que se ajustan a muy pocos ejemplos y un gran número de invenciones, la costumbre de jugar contra adversarios más débiles, al deseo de eludir algo sin crítica para aceptarlo sin reflexionar, repetir variantes y reglas que han empleado otros, ser presumido y vanidoso, no ser responsable de sus errores, en pocas palabras, todo aquello que lleva a la rutina y la anarquía. “Lehrbuch des Schachspiels”.
Sería un grave error estudiar la apertura sin su conexión con el medio juego y el final. Del mismo modo es erróneo estudiar el medio juego sin considerar el final. Por lo tanto, está claro que el ajedrecista primero debe familiarizarse con el final, y sólo cuando lo domine, entonces podrá aprender la apertura y el medio juego, que deben ir estrechamente ligados con el final. “Últimas Lecciones de Capablanca”.
Alexander Alekhine
Por un lado, la búsqueda de la verdad y, por otro, la tendencia a la lucha, hicieron de mí un maestro. Ya de niño advertí que tenía capacidad para el ajedrez. Y también advertí una ambición interna por el ajedrez. Por medio del ajedrez eduqué mi carácter. El ajedrez, ante todo, enseña a ser objetivo. Sólo se puede llegar a ser un gran maestro si se reconocen los propios defectos y errores. Esto es tan cierto aquí como en la vida.
Un rasgo junto con otros determina la potencia ajedrecística: una inquebrantable atención que aísle al jugador del mundo exterior. “De diversos artículos”.
Aaron Nimzovich
El análisis simultáneo de posiciones de distinto tipo trae como consecuencia solo un caos mental, mientras que el estudio minucioso de un tipo no pierde su efecto y eleva el nivel de la compresión posicional.
Si usted, querido lector, trabaja con la máxima intensidad posible en el examen de un tipo de posiciones, digamos las columnas centrales contra un ataque en el flanco, entonces no me sorprendería de ninguna manera si, como consecuencia de ello, también pudiera extraer una clara opinión en el campo del final. El proceso de estudio de una posición típica no sólo persigue como objetivo el análisis de esa posición, sino también el perfeccionamiento en conjunto de la intuición posicional.
Yo creo en la fuerza radioactiva de ese método: todo el organismo ajedrecístico despierta en cierto modo y espera con toda alegría su renovación. No sólo se refuerza el tacto posicional, las características del perfeccionamiento posiblemente consiste en que el ajedrecista, que antes perseguía fantasmas (por ejemplo, soñaba eternamente con un ataque de mate), de pronto considera la seria sabiduría de la realidad ajedrecística.
El talento combinativo más el trabajo minucioso pueden hacer posible lo imposible, y, por tanto, le aconsejo una vez más: ¡jugador combativo, procure comprender letra por letra, los más importantes motivos y estrategias posicionales! ¡Y usted, jugador, que no le gustan las combinaciones, procure afianzarse a ellas, estúdielas! ¡sólo la unión del jugador combinativo con el posicional le traerá el éxito, la alegría y el encanto, en los que el ajedrez es tan rico! “Cómo llegué a gran maestro”.
Mijail Botvinnik
Ya hace tiempo he indicado a nuestros maestros, que sistemáticamente caen en apuros de tiempo, un procedimiento para luchar contra ese defecto. Por desgracia no han aprovechado mi consejo, aunque es muy sencillo. Se debe jugar partidas de entrenamiento y se debe poner la atención en primer lugar no a la calidad del juego ni a su resultado, sino al reloj, hasta que se adquiera el hábito de distribuir racionalmente el tiempo para poder calcular todas las variantes necesarias. Pienso que mediante este método el 90% de los enfermos de Zeitnot quedarían completamente curados, con excepción naturalmente de los “enfermos crónicos”.
Por este medio también se debe cura la insuficiencia. Durante una partida de entrenamiento se debe dirigir toda la atención a un defecto determinado, hasta su erradicación… si un maestro es débil en el final, sólo debe seguir el ejemplo de chejover, quien en su juventud ha trabajado mucho en el campo del final en las partidas de entrenamiento, como también ayuda la recopilación de las experiencias correspondientes. Con el mismo método se pueden abordar los problemas del medio juego, aunque aquí la cuestión es algo más compleja.
El análisis casero tiene sus particularidades específicas: el maestro dispone de tiempo suficiente y puede mover las piezas aquí y allí. No obstante, esta diferencia entre el análisis y el juego práctico también tiene muchos puntos de unión. Es sabido que todos los ajedrecistas más destacados también eran grandes analistas.
La consecuencia de este trabajo aparece por sí mismo: quien quiere llegar a ser un gran maestro, también debe perfeccionarse en el campo del análisis ajedrecístico… de la misma manera, se desprende que los comentarios una partida, en los que “una jugada” se ha redactado en el plazo de una a dos horas, nunca podrían llamarse análisis. Así, el “análisis” solo juega un papel negativo o puede convertirse en una tonta costumbre. “Sobre mis métodos de preparación”.
Gary Kasparov
Yo soy un adicto a la tendencia creativa, a la que pertenece Botvinnik. Junto a él aprendí a estudiar correctamente el ajedrez, a encontrar nuevas ideas y a trabajar continuamente en su perfeccionamiento. Este es un método científico que se basa en un profundo análisis de la herencia del pasado, en la búsqueda de nuevas variantes de aperturas y métodos para el medio juego, en la preparación de nuevos planes de estratégicos. Todos los ajedrecistas estudian las partidas antiguas como si adquirieran las palabras de un idioma extranjero. Pero si se tiene un determinado vocabulario, se debe aprender aprovechar la fuerza creativa que contiene, y también a utilizarla.
Para mí, después de haberme educado en el método científico de Botvinnik, lo principal consiste en la capacidad para poder concentrarme. Un asunto básicamente sencillo. Pero ¿y en una crisis, en una situación extrema? Es fácil comprender que la capacidad para reconcentrarse en un maestro de ajedrez.
Para jugar creativamente, para no temer a las aventuras arriesgadas, para tener una fina intuición posicional, hay que deshacerse de todo lo superfluo, trabajar duro. Debe perfeccionar permanentemente su juego, profundidad y ampliar su repertorio de aperturas, pulir su técnica ajedrecística, analizar complejos finales. No obstante, el ajedrez no es una perpetua adquisición de una suma de conocimientos. Es dinámico y cada resultado final se puede mostrar como una revisión de resultados intermedios. La verdad debe reservarnos cada vez algo nuevo. Mis propios comentarios de partidas no son para mi inquebrantables. Yo los reviso con gusto; con el tiempo muchas ideas experimentan una nueva valoración, y, por supuesto, las propias también. Dedico mi preferencia a mis nuevos errores y los analizo.
Cuando un maestro de ajedrez comenta una partida, a menudo intenta ocultar sus imprecisiones y negligencias”, escribe Botvinnik en 1980. “Kasparov no lo hace. Él ambiciona la verdad, procura ser objetivo”. "El duelo intermedio”.
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